Black Mirror
Deja un comentarioagosto 5, 2013 por delaberintos
Acabo de terminar la segunda temporada de Black Mirror. Para quienes no la conozcan, se trata de una mini-serie británica emitida en España por TNT. A pesar de ser historias independientes, los seis capítulos comparten temática: la influencia de las nuevas tecnologías en nuestras vidas. En una suerte de distopía, los episodios transcurren en un mundo sospechosamente similar al nuestro. Existen Twitter, Facebook y Youtube, pero, como anuncia el título, se trata de un espejo deformante que nos enfrenta a las posibilidades implícitas en el mundo que estamos construyendo. Una inquietante advertencia.
“Vuelvo enseguida” recuerda al tercer capítulo de la temporada anterior en que analiza las consecuencias de las novedades tecnológicas en las relaciones personales. Mientras que en la primera temporada los personajes disponían de una memoria completa de toda su vida que les permitía revisar cada recuerdo las veces que hiciera falta, en esta segunda la protagonista tiene la posibilidad de poder suplantar a alguien gracias a toda la información dejada en la red.
La primera temporada arrancaba con un morboso primer capítulo en el que la suerte del primer ministro británico dependía de los deseos de los internautas. En esta segunda temporada, la política vuelve a la palestra en el capítulo “El momento de Waldo”. Imposible no pensar en Beppe Grillo.
Pero el último capítulo, “Oso Blanco”, es sin duda el más desasosegante de todos. Solo diré que en la primera mitad creemos estar viviendo en el mundo apocalíptico de “La carretera”, de Cormac McCarthy, y en la segunda parte asistimos a una especie de Show de Truman macabro que guarda cierto paralelismo con el programa de TV al que se presenta el protagonista del segundo episodio de la primera temporada.
En el mundo de Black Mirror suele haber disidentes. Tranquiliza pensar que en el nuestro también quedan voces críticas.
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